No puede, nuevamente, morderme el embrujo
que se vuelve rutina rutilante;
espejismo estropeado que toma la forma
de un espejo rayado.
Prohibido queda pues, de forma temporera,
el soñar con los ojos abiertos.
Hasta saber un poco mejor
quien soy yo cuando pienso estar despierto.
Y si acaso ya supiera mucho más al dedillo,
ese oficio de poder respirar con calma,
Sería quizás posible, sentarme en el
precipicio
a observar el ocaso; no el risco.
Hoy que el alma me pesa como globo inflado con lágrimas ajenas
y que me duele un mundo prestado
he notado que también a doler se desaprende
igual
q
u
e
se aprende
lanzarse
a
l
abismo
Leave a Reply