Digamos que fue un año atípico.
Que fue duro de tragar
y nos raspó la garganta a ratos.
 
Digamos que se nos llenó la casa de agua
y de ladrones.
Que se les desnudó el bochorno
a quienes pretenden amedrentarnos.
 
Que tuvimos que amarrar hasta los recuerdos
para que no se fueran volando.
Algunos aun yacen maltrechos
arrugados en algún cubujón del alma.
 
Digamos, así también,
que hoy es más fácil saber con quien contamos.